McKinsey: La nueva era de resiliencia en la nube
Las organizaciones están ansiosas por capturar su parte de los 3 trillones de dólares en EBITDA que pueden generarse utilizando plataformas de nube. Un importante elemento para obtener ese valor radica en la resiliencia de las aplicaciones que corren en la nube, especialmente desde que mucho del valor de la nube depende de correr cargas de trabajo críticas para el negocio, destaca la consultora McKinsey & Company en un reciente reporte.
Trasladarse a la nube puede mejorar significativamente la estabilidad comparado con los ambientes on-premise. La nube puede ofrecer un tiempo de respuesta más rápido, mayor flexibilidad para dar soporte a la resiliencia, y más herramientas que provean capacidades sofisticadas de resiliencia. Pero, para capturar estos beneficios, la empresas necesitan diseñar, desarrollar la arquitectura e implementar las vías correctas de resiliencia para calzar con las necesidades de los clientes y del negocio. Muchas de estas vías van en el sentido de simplificar la tecnología para reducir la deuda técnica, automatización de funciones y habilitar aplicaciones para obtener ventaja de las capacidades de la nube.
La resiliencia es crítica para capturar el valor de la nube
Por muchas razones, incluyendo mayores expectativas de los clientes, las cabezas de negocios han expresado sus preocupaciones sobre cómo asegurar que sus aplicaciones de misión crítica estén siempre corriendo y disponibles, resalta McKinsey. A esto se suman las preocupaciones en relación al panorama regulatorio que sigue desarrollándose.
Estas preocupaciones explican parcialmente por qué menos empresas de lo esperado han movido sus aplicaciones críticas de negocio a la nube. De hecho, después de encuestar a ejecutivos y líderes de tecnología en muchas empresas grandes del mundo, señala la consultora, se ha encontrado que menos del 10 por ciento ha llevado sus cargas de trabajo de misión crítica y de negocios a la nube. Al confinar sus migraciones a la nube a las aplicaciones menos críticas, pierden un valor importante, puesto que el retorno es significativamente menor que el que hubiera sido con las cargas de trabajo más relevantes.
Para enfrentar estos temas, se debe hacer dos análisis fundacionales, dice McKinsey. El primero es entender las consecuencias financieras y de reputación de una interrupción para el negocio. Las empresas suelen subvalorar o sobrevalorar estos costos, lo que las lleva a tomas de decisión no informadas. La segunda es entender todos los costos de las operaciones on-premise, versus aquellas en la nube. La nube puede ser mucho más costo-efectiva por su elasticidad, que puede acomodarse a los incrementos de uso y reducir costos con su modelo de pago por uso. “Si la aplicación está bien ‘arquitecturada’ y configurada adecuadamente, y el ciclo de vida del hardware está factorizado en el cálculo, se verá un costo-beneficio. Al cambiar cargas de trabajo críticas a la nube en el momento correcto -idealmente antes de cualquier ciclo de renovación de hardware- las empresas pueden evitar inversiones de capital caras e innecesarias para un reemplazo de hardware. Desarrollar estas perspectivas requiere fuertes capacidades de FinOps”, apunta.
El malentendido sobre la resiliencia
El trabajo de McKinsey en temas de resiliencia en los últimos dos años ha identificado trampas que los líderes de negocios pueden encontrarse cuando consideran los temas de resiliencia de aplicaciones relacionados a la migración y operación de cargas de trabajo en la nube.
Un problema que molesta usualmente a las empresas es la falla para entender los roles y responsabilidades de la resiliencia. Los negocios y los proveedores de servicios de nube tienen distintos roles que jugar en el entendimiento cabal de los beneficios de la nube. Los proveedores, por ejemplo, son responsables de la confiabilidad y seguridad de los servicios fundamentales de sus plataformas cloud (cómputo, conectividad de redes, y centro de datos físico), en tanto que los clientes son responsables de una arquitectura de confiabilidad, seguridad y resiliencia de las cargas de trabajo alojadas en la nube.
Otro problema es que las compañías suelen ser imprecisas en el uso de términos que definen los conceptos clave que apuntalan la resiliencia de nube, específicamente en alta disponibilidad, tolerancia a fallos, y recuperación ante desastres. Usar estos términos de manera intercambiable puede incrementar el riesgo de proveer requerimientos de resiliencia fallidos o imprecisiones.
Estas son definiciones de estos elementos claves para la resiliencia:
.Alta disponibilidad: se refiere a la disponibilidad de los sistemas en el evento de una falla subyacente.
.Tolerancia a fallos: define la capacidad del sistema para recuperarse de una falla subyacente, usualmente logrado con un sistema espejo, aplicación lógica y configuración.
.Recuperación ante desastres: define la cantidad de tiempo necesaria para recuperarse de una falla luego de que suceda y se mide por las métricas clave que significan tiempo medio de recuperación, objetivo de tiempo de recuperación y objetivo de punto de recuperación.
Les estaremos informando con mucho más detalle, en el marco del informe especial: “Soluciones de infraestructura de Data centers y edge computing, componentes activos (UPS, AAC, generadores, tableros eléctricos, PDU) y pasivos (cables, gabinetes, pisos, accesorios, conectores) seguridad (perimétrica y de data) y controles (cámaras, extinguidores de gas, tableros de acceso). Buenas prácticas ambientales”, que estamos preparando para nuestra edición 208 y publicaremos en el mes de noviembre.
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